sábado, 18 de agosto de 2012

...y de pronto senti que el corazno me lo arrebataste, lo saboreaste, lo digeriste, y lo escupiste. Logre encontrarlo entre los escombros, limpie las pelusas que se incrustaron en la suciedad, lo puse nuevamente en su hogar. Sentí el portazo en el rostro, el mismo que últimamente has acostumbrado a saborear. Me golpeaste bajo, y comienza nuevamente el proceso de cuando se transforma el dolor en carne, en hueso. Perpleja leía tus palabras, no le di crédito a lo que me pedías que hiciera; de la nada vino alguien con un hacha para quebrar robles y golpea mi pecho, reacciono, miro, y el corazón se me marchito como una flor, se apretó, se escondió; Sentí como nuevamente tu mano entro en mi pecho, como lograste encontrar lo que me podía matar por duodécima ves. Lo dejaste sin respiración, lo apretaste, lo ahogaste y lo dejaste morir. El escalofrió fue de pies a cabeza, sentí un soplo dentro de mi que dejo tanto espacio y una nueva sensación de vació. Tus manos las ensuciaste con el tesoro que yo tanto cuide, quitaste mis recuerdos. Y nuevamente desearía no haberte conocido...

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